Tras dos años trabajando como técnico informático para una empresa, a Kevin Roig se le terminó el contrato y, lejos de estancarse, decidió reinventarse y seguir formándose. “Yo soy una persona a la que le gusta siempre aspirar a más”, afirma. Entre un amigo y un exjefe le impulsaron a dar el paso y se matriculó en Tokio School para realizar la formación en  Programación Java. “Como nunca había hecho cursos online, al principio iba un poco ‘con pinzas’ pero, tras leer comentarios e investigar un poco, me decanté por Tokio”, explica.

Una vez dentro, lo que más le atrajo fue el programa formativo y, sobre todo, el libro. “Yo estuve un año en la Universidad haciendo programación y puedo decir que en un año en Tokio he aprendido mucho más”, afirma Roig. “También me llamó la atención en positivo –añade- el tema de la tutora. Sobre todo al principio, que estás más perdido, es alguien que está ahí preocupándose por ti y eso calma un poco a la persona”.

“En la vida hay dos tipos de personas: las que tienen el don y los cabezones. Y yo soy un cabezón de primera”

Con el proyecto final ya terminado y a un paso de obtener su título, Kevin está tan contento con su experiencia que en sus planes está, cuando consiga trabajo, seguir formándose en otras especialidades que ofrece Tokio School. Como él mismo explica, su objetivo es seguir creciendo y poder ofrecer a las empresas que lo contraten conocimientos y calidad. “En la vida hay dos tipos de personas: las que tienen el don y los cabezones. Y yo soy un cabezón de primera” sentencia.