“Soy de una generación que ha crecido con los videojuegos y siempre soñé con crear uno pero lo veía imposible”, cuenta Guillermo Orbea, alumno de la Programación de Videojuegos con Unreal y Programación de Videojuegos y Realidad Virtual con Unity. “Hasta que Tokio me dio el empujón que necesitaba”, añade.

Guillermo trabajaba como ingeniero industrial y poco a poco se fue adentrando en el mundo de los videojuegos. “Me picó el gusanillo de empezar a hacer modelos orgánicos, personajes…, y empecé a formarme a través de tutoriales”, explica. Fue dando sus primeros pasos como autodidacta y colgaba sus trabajos en LinkedIn. “A raíz de eso, un día me contactaron desde Tokio School y me comentaron que mi perfil les parecía muy interesante y encajaba con la formación. La verdad es que me explicaron todo sobre la formación, sobre el sector, sobre sus posibilidades… y dije ‘para adelante’”.

Guillermo Orbea

Sobre la formación, Guillermo destaca la riqueza de recursos y herramientas disponibles para los alumnos. “Me parece súper completa. Yo vengo de la Universidad y noto muchísimo la diferencia. En Tokio veo una formación moderna, actualizada y, sobre todo, orientada a la realidad del sector”, explica, y continúa: “Además, estás siempre arropado. Desde la tutora que te orienta y hace que no pierdas el ánimo, al profesor principal que, además de las clases, mantiene un contacto constante con nosotros y muy fluido”.

"Soy un conjunto de pasiones frustradas y Tokio las ha reconciliado todas"

En una formación online es especialmente importante que el alumno no se sienta abandonado y por eso, cualquier refuerzo es útil. “También tenemos un grupo de alumnos, que es muy interesante porque está desde el segundo profesor, Rubén, a alumnos que ya terminaron o van muy avanzados y que ante cualquier duda te pueden ayudar en el momento. Eso es algo que aporta mucha frescura y mucho ritmo a la formación”, asegura.

Aunque todavía está a mitad de camino en su formación, Guillermo derrocha pasión por esta profesión y se le nota. “Lo que más disfruto es la posibilidad de desarrollar tantas facetas”, explica. Y es que el alumno se confiesa un apasionado de la música y de la escritura, algo que ha retomado gracias a esta experiencia: “Desde pensar qué música meterle al videojuego, a escribir el guion y contar una historia… son cosas que siempre me han gustado pero nunca me atreví a ponerme”. Y termina diciendo: “En conclusión, soy un conjunto de pasiones frustradas y Tokio las ha reconciliado todas porque me ha hecho entender que esto es algo real, que con trabajo y esfuerzo se puede conseguir”.

Podéis encontrar mucho sobre Guillermo y su trabajo en su página web. ¡No os la perdáis!